Te cuelas por la sigilosa hendija que observa las vidas ajenas.
Apenas un hito en la neófita tarde que entristece los
labios.
Recorres los agotados rincones que mitigan
las esperanzas y
las transformas en deseos incontenibles.
Acompañas mi interior ingresando como
tenue inspiración
que expande los pulmones provocando un suspiro aleatorio de
furtivas miradas.
Inundas cada espacio dando el don
maravilloso de tu sustento
a quien se acerca y te acepta con las manos abiertas
en señal de
bienaventuranza.
Y te sientes agobiado por esta vida entre
humos y olores
nauseabundos que laceran tu pureza. Muy a pesar de ellos, aún
peregrinas las calles en busca de lo esencial que aguarda en lo
más recóndito.
Te encolerizas y desgarra tu enojo
mutándote en enérgico
huracán, que desfigura el paisaje transitado, instalando
preguntas inquisidoras sobre tu origen.
Calmas tus ansias hamacando las velas de
colores que flotan
en un mar de quietud apenas perceptible, las que simulan
cisnes
bailando danzas de fluctuantes movimientos.
Quizás, las mentes se vuelvan visionarias y
rindan su homenaje
haciéndote parte imprescindible de sus vidas tácitas.
Quizás, los discípulos de tu cofradía
puedan multiplicarse para
cosechar los frutos cultivados pues, las semillas
abortivas no
engendrarán las luces de un nuevo amanecer.
R.R.
1 comentario:
La vida y sus matices... momentos simetricamente distantes y caprichosos al destino.
Un placer...
Besos almendrados ;)
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