Como ese barco navega por el mar
iluminado por los rayos
así, nuestro corazón atraviesa la vida
inquieto por el eco de nuestras palabras.
La brisa acaricia la nave
la trasporta
y se mecen...
acariciándose al compás del oleaje profundo.
Nadie sabe, hasta dónde llegará.
Nadie sabe, qué destino tendrá.
Sólo tú y yo, podemos entender
y disfrutamos al observar.
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