Como ese barco navega por el mar
iluminado por los rayos
así, nuestro corazón atraviesa la vida
inquieto por el eco de nuestras palabras.
La brisa acaricia la nave
la trasporta
y se mecen...
acariciándose al compás del oleaje profundo.
Nadie sabe, hasta dónde llegará.
Nadie sabe, qué destino tendrá.
Sólo tú y yo, podemos entender
y disfrutamos al observar.
La vida es una búsqueda constante. La palabra, una huella en la arena. Asegúrate de que tus pasos dejen huellas... ¡Gracias por tu visita! Rosa
jueves, 23 de septiembre de 2010
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