Allí nos quedaremos
con las manos inertes
como estatuas de mar, de sal.
Guerreros de una misma guerra
armados, amados
viendo alejarse los candiles
sin importar.
Y seguir sintiendo
sintiendo más
aún cuando ese irse trae a golpes
los retoños de lo cierto.
Algunas veces, olvidamos lo que somos
enfrentamos a un ejército entero
y luchamos contra viento y marea.
Estatuas de sal, de mar.
R.R.