Descansaré, pues has venido a mi encuentro
a protegerme de mis congojas
a entibiar los retoños de mi melancolía.
Te entregaré mi magín
para que me guíes hacia dulces sueños
y perdiéndome en tu regazo
logre divagar en la mansitud de tu exilio.
Despiertas mis sentidos
que laten al máximo cuando apareces
y sintiendo despojarme el cuerpo
me entrego a tu mandato
para recobrar las fuerzas
que luego, me permitirán vivir.