domingo, 3 de mayo de 2020

Azul


Era la noche. El viento llegaba desde el mar, subía las laderas de asfalto y me empujaba hacia tu puerta de madera pintada de azul. De azul sueño, de azul abrigo, de azul melancolía.
Las luces que se escurrían desde adentro, acercaban a mis sentidos la calidez que alguna vez allí respiré.
Las mariposas de papel brotando de las macetas, el olor a sándalo humeante y el sonido de los llamadores de ángeles hamacándose, despertaban mis poros y también los tuyos.
La mansedumbre inquieta en la que te envolvías, se notaba en esos grandes ojos rellenos de café y en los movimientos que con regularidad se instalaban en tus brazos, cada vez que mirabas el cielo desde la ventana, mientras un viento marítimo elevaba tu largo pelo, llenando el espacio de ondas.
De pie junto  a la puerta azul, era un dèja vu. Y la mente retrocedía inevitablemente por los innumerables placeres que destilaba tu presencia.
Tules rozándome y rozándote, plumas bailando músicas celtas, colores marfiles desfilando por las arenas que tú creabas, en ese sofá que servía de lecho y en el que prácticamente vivíamos, con los pies apuntando hacia el mar.
¡Querer traspasar esa puerta y no poder!
Insistir en permanecer en este sueño, mientras los autos con sus faros me alumbran desde la calle empinada, que una vez más me deja parado frente a tu puerta.
Y tú, seguramente ninfa en esta noche, que es azul como tu puerta.
Y yo, seguramente guardián de tu secreto, que es mágico como tu piel de porcelana húmeda.
Sentí el fuerte olor de los hornillos, el eco de los llamadores y el viento que empujaba, como siempre.
Pero esta vez era diferente. Era urgente, como alguien que pide una limosna.
Tu casa comenzó a irradiarse desde adentro, tal cual era tu costumbre. Y desde las ventanas salieron alas de barro que comenzaron a agitarse, como lo hacían tus brazos.  Me salpicaron hasta dejarme negro, mientras la casa se iba elevando. Y yo parado, inmóvil, como tantas veces. Te vi alejarte, te vi volar, como siempre lo hacías.
Sigo aquí parado, aún mirando el cielo, donde ya no estás.
¿Cómo explicar al mundo que estabas dentro de la casa?
¿Cómo hago para decirles, que una vez hubo en este sitio, una puerta azul?

                                                                         R.R.


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