domingo, 31 de mayo de 2020

LA CASA


La casa de los abuelos paternos, una especie de magnífico edificio, no en el sentido materialista sino en la más estricta mirada sentimental.
Misiones 622, en ésta bella ciudad, Paraná.
Dos paraísos bordeando la vereda de ingreso, una verja y tres o cuatro escalones que permitían el ingreso a la morada.
La puerta de ingreso siempre sin llaves, sin trabas que alejaran a quienes desearan acercarse.
En el fondo, el limonero, el malvón, la cola de zorro y el horno de barro
Los moradores, una típica familia de aquellos años...
Un hombre de porte delgado, escasos cabellos, la piel muy blanca y los ojos celestes y cristalinos como el agua fresca; una mujer de espaldas anchas, cabellos negros, ojos negros profundos y la mirada mas serena que recuerde
El abuelo y la abuela... que luego de una vida de esfuerzos habían conseguido ir levantando ladrillo a ladrillo aquél espacio donde habían criado sus cinco hijos y albergado a quien sabe cuántos inquilinos en sus habitaciones.
Ya no quedaban vestigios de aquél almacén al que acudía todo el barrio en procura de su pan casero con chicharrón; ni de la “Estanciera” que durmió en el mismo sitio luego que el almacén se transformó en garage.
Ahora los hijos varones casados y los nietos, venían de visita. Y las fiestas... momentos mágicos donde la gran familia se reunía en largas mesas con manteles floridos y repletos de limones a los que llenaban de escarbadientes  y simulaban erizos listos a devorar todo lo que allí se servÿé.
Todos hablaban a los gritos en esos espacios tan grandes y los primos que sólo nos reuníamos para esas ocasiones, jugábamos a las escondidas y ¡sí que había lugares para hacerlo!, o corríamos jugando a la cachada entre los adultos atropellándolos y ligando mas de un coscorrón o recorriendo todos los lugares de la casa pues todas las habitaciones tenían puertas q se comunicaban y todo se trasformaba en un gigantesco laberinto.
¿El lugar más preciado? Un extraño recoveco que se hallaba en un rincón del garage y se formaba por la parte inferior de una escalera. Allí todo era muy oscuro y tétrico, el abuelo guardaba sus herramientas y también sus salames, motivo por el cual no dejaba que nos acercáramos.
Mientras todo esto ocurría, la abuela con sus ágiles manos, preparaba sus empanadas y pastelones espolvoreados con azúcar, mientras el abuelo hacía su mejor carne al horno con batatas para agasajar a ésta familia que ambos habían logrado.
Las mujeres preparaban las ensaladas y los hombres se reunían junto a la mesa a ejecutar el incansable repertorio de chistes que fiesta a fiesta, sin cambiar siquiera una palabra, repetían como loros. Claro, los chicos no entendíamos mucho de eso pero igualmente imitábamos la sonrisa de todos.
Las mesas vacías no daban a basto a la hora del almuerzo y la algarabía brotaba como emanación de aquél momento de encuentro. Y ni decir si algún vaso era derramado y la abuela con su mano empapaba las frentes de quienes tenía a su alcance diciendo “alegría, alegría” y la verdad, aunque era un momento muy ameno, a mí no me daba alegría si embriagaban mi flequillo con vino.
Las sobremesas eran interminables y los gurises nos íbamos con las tías que siempre nos cantaban con su guitarra o bien buscábamos algún lugar donde descansar la modorra que da la comida...
No sé bien si eran días enteros o sólo horas las que allí pasábamos, sólo recuerdo que eran momentos muy felices.
Y la vida..., que sigue..., que no espera...; la vida se fue llevando de a uno a los abuelos y la casa se fue quedando vacía, y todo lo que en ella había se fue apagando como la vida de éstos hermosos viejos que la construyeron...
Los años pasaron, crecimos, ocupamos la mentes en otras cosas, nos llenamos de otras preocupaciones; y la casa..., la casa cambió de dueños y fue remodelada.
Aún hoy paso por el frente, la miro y aunque no es la misma fachada, casi puedo verme como rodeada de una nube, sentada en su portal jugando a la “payana”.
Cambió su color en las paredes del frente, sus puertas y ventanas, sus plantas del jardín. Tal vez adentro haya cambiado por completo...
Pero hay algo que nunca cambiará. No cambiarán las imágenes que llevo en mi recuerdo, ni el aroma que emanaba su cocina, ni los gritos de niños correteando, ni la sensación de frescura en las siestas de verano, ni la imagen del abuelo, tan elegante llevando a su dama en brazos al compás de un vals.
Y estoy completamente segura que cualquier espíritu sensible, que logre ingresar en ella, podrá sentir lo que emana de sus pareces y cimientos; podrá experimentar, aunque sea por un breve segundo, esa sensación de felicidad a la que hago referencia en éstas pocas palabras.
 
                                   R.R.


 
 

jueves, 21 de mayo de 2020

Esos Aires



esos aires...
acercan memorias
          distantes
acaso,    el olvido
  distraen
         envuelven
celofán de historias,
las ramas se hamacan
las aves peregrinan
y un anciano pisa las piedras

esos aires…
descuelgan aromas
de frutos
    acarician
alas de dóciles mariposas
    que vuelan
             excluyen
miradas ciegas
y los dedos tejen
puntos de finos cabellos

esos aires…
acercan tu bálsamo
talismán que otorga savia
   inspirarlos
          expirarlos
volverlos imagen
                 y abrazarlos
como mis brazos a tu cuerpo
como mis palabras a tu mente
como mis ojos a tu alma

                         R.R.


martes, 19 de mayo de 2020

19 de mayo de 2020


Y así, casi sin darnos cuenta ya hace un mes que te   fuiste         
                                a ese otro mundo

Te necesito…
extraño tu risa… tu voz pequeñita
tus idas y vueltas…
tus ojos mirándome hacia adentro…

             ¡te extraño mucho!
desde aquel último abrazo que nos dimos
-          y me decías que sería el último-
          y yo, que no te creía…

       Cómo decirte hoy
que me faltaron montones de días,
tantas noches y mañanas…
para reír, bailar, ser feliz

… Juntas…

             Amiga     Hermana

traigo las manos repletas de ganas
y tu ausencia se remedia en mis sueños
           donde apareces
para acompañarme por ese mínimo y eterno tiempo…

Hoy sólo existen millones de recuerdos     
y aunque el sentimiento llore
y  la razón no comprenda
sé que en ese nuevo mundo sos feliz.

¡Te extraño GRI
                             y siempre estás en mí!

                                                                Ro



sábado, 16 de mayo de 2020

Acerca/miento

… quizás tu voz me traiga un soplo
y el verde extinguido prenda flores
quizás la lluvia me traiga tus manos

y esa luz, se torne olvido
                de los mares
                de los cielos
                del reflejo ausente que en el agua duerme
minúsculo astro aparente
calcina la musa lenta
y siento pájaros en los dedos
melancolía en la piel.

Quizás la mañana me traiga lunas
para recorrer la leyenda de estos pasos

quizás,
             me traiga también jirones
             que habré de usar en las márgenes
                        de este otoño
                        con la tinta
                        de cada huella inventada en el hierro
que cuelga de tu espalda
y marca el sonido del tiempo.

quizás tu ágil sonrisa retorne en la pausa
de esta tarde inquieta y silenciada
y las crisálidas reanimen sus ojos
para honrar nuestros besos con sus mieles
              
              mientras trepida en el campo
              un traslúcido aroma de frutos mansos
              y se pierden en la sombra vacía del naranjo

que peregrina alerta este cielo

y cuenta golondrinas en ramas sospechadas.

                                                                  R.R.




martes, 5 de mayo de 2020

Nostalgia


  Llueve. El agua emana mágicamente simulando cascada, pero en vez de brotar desde el centro de la tierra, surge del infinito espacio. ¿Quién la enviará?
  El misticismo envuelve a la tarde y la nostalgia, espíritu incansable, se escabulle como vapor que penetra los poros y se torna actitud.
  La brisa envuelve las formas que encuentra a su paso y la sacude levemente, como para mantenerlas despiertas.
  El aire húmedo ingresa en forma lenta y prolongada provocando un suspiro. Habiendo declarado la vida en soledad, la mente busca anclajes para dibujar los recuerdos.
  Las huellas son necesarias para que se conozca por dónde hemos transitado, con qué sonidos nos hemos deleitado y hasta qué profundidades hemos llegado.
  El lento caminar produce cierto disfrute a cada paso. Sin volver la mirada puede saberse que en cada avanzar se marcó el camino. Volviendo la mirada, observamos que, como estela emanada de la fragante rosa, vamos despertando al mundo de las sensaciones.
  Las gotas cristalinas caen unas sobres otras. Algunas rebotan en las hojas y vuelven a partir en diferentes direcciones, pero luego tienden a juntarse nuevamente.
  El acto repetitivo incita a pensar: una gota junto a otra gota y otra más, se transforman en un hilo de agua, que se une a otros hilos formando un torrente, que junto a otros torrentes desembocan en el río, que junto a otros ríos van a volcarse al mar.
  Así duerme el genio, esperando la gota, que se una a otra gota y lo haga despertar.

                                               R.R.



domingo, 3 de mayo de 2020

Enfrentados


Enfrentados
frente al mar profundo de los sueños
¿acaso la tarde que llega a su fin
anticipa los ocasos?
Es un instante apenas
entre tu piel y mis abrazos
y un espacio eterno
de páginas en blanco
donde no cabe un sueño más
sólo el recuerdo de esta tarde gris
el último hálito de la última tarde
hasta el destino conspira con nosotros
quédate conmigo hoy
aquí, cerca y lejos
soñemos un imposible
la vida es muy corta
aún estoy aprendiendo
a esperar por lo q llegue
acompáñame…
del otro lado
estando sin estar
aunque sea con la ausencia
con esta soledad a medias
hasta que me conforme, hasta que entienda
que mi vida esta llena de pasos en el vacío
y pueda interpretar siquiera
el éxodo irremediable de los cielos
que se vuelcan hacia esa verdad
cansada de ser nombrada.

                                                                     R.R.




Azul


Era la noche. El viento llegaba desde el mar, subía las laderas de asfalto y me empujaba hacia tu puerta de madera pintada de azul. De azul sueño, de azul abrigo, de azul melancolía.
Las luces que se escurrían desde adentro, acercaban a mis sentidos la calidez que alguna vez allí respiré.
Las mariposas de papel brotando de las macetas, el olor a sándalo humeante y el sonido de los llamadores de ángeles hamacándose, despertaban mis poros y también los tuyos.
La mansedumbre inquieta en la que te envolvías, se notaba en esos grandes ojos rellenos de café y en los movimientos que con regularidad se instalaban en tus brazos, cada vez que mirabas el cielo desde la ventana, mientras un viento marítimo elevaba tu largo pelo, llenando el espacio de ondas.
De pie junto  a la puerta azul, era un dèja vu. Y la mente retrocedía inevitablemente por los innumerables placeres que destilaba tu presencia.
Tules rozándome y rozándote, plumas bailando músicas celtas, colores marfiles desfilando por las arenas que tú creabas, en ese sofá que servía de lecho y en el que prácticamente vivíamos, con los pies apuntando hacia el mar.
¡Querer traspasar esa puerta y no poder!
Insistir en permanecer en este sueño, mientras los autos con sus faros me alumbran desde la calle empinada, que una vez más me deja parado frente a tu puerta.
Y tú, seguramente ninfa en esta noche, que es azul como tu puerta.
Y yo, seguramente guardián de tu secreto, que es mágico como tu piel de porcelana húmeda.
Sentí el fuerte olor de los hornillos, el eco de los llamadores y el viento que empujaba, como siempre.
Pero esta vez era diferente. Era urgente, como alguien que pide una limosna.
Tu casa comenzó a irradiarse desde adentro, tal cual era tu costumbre. Y desde las ventanas salieron alas de barro que comenzaron a agitarse, como lo hacían tus brazos.  Me salpicaron hasta dejarme negro, mientras la casa se iba elevando. Y yo parado, inmóvil, como tantas veces. Te vi alejarte, te vi volar, como siempre lo hacías.
Sigo aquí parado, aún mirando el cielo, donde ya no estás.
¿Cómo explicar al mundo que estabas dentro de la casa?
¿Cómo hago para decirles, que una vez hubo en este sitio, una puerta azul?

                                                                         R.R.