Siete años
amontonados en un papel calendario
remontando barriletes de plomo
y la esperanza
en las mañanas repletas de espejos
un eterno remolino de manos vacías.
Siete meses
de los innumerables azules
en conjuros de arco iris
y la luz
en espectros coloreados de poesía
un triste efecto visual sin argumento.
Siete días
para que el mundo se estrelle
en una lluvia de alfiles desbocados
y el olvido
de soles mitológicos en mi jardín ausente
un simple acto escénico.
Bastaba nada más que escribir
un paso a contramano con
Siete letras: