martes, 25 de mayo de 2010

Déjame ser...

Déjame ser la luz
que ilumine tu andar
déjame ser el hombro
donde puedas llorar
                                 Déjame ser...
                             la mano que te acaricie
                           la suave piel que te cobije
                       la fuerza que empuja a tu alma
                            la calma que te serene
                           el fuergo que de calor
                          el agua que calme tu sed.
Déjame ser...
el sol que te hace despertar cada mañana
la esperanza que te mantiene en el camino
el sentido de tu vida
la senda de tu destino.
                                     Déjame ser...
                          el mar donde puedas navegar
                          el puerto donde puedas anclar
                 las estrellas que alumbran tus noches
                           la luna a la que puedas adorar
                           el aire que necesitas respirar
                          el alimento que te pueda saciar.
Déjame ser...
la huella que marcan tus pasos
las palabras que pregonan tus labios
el sudor que corre por tu cuerpo
los suspiros que irradia tu alma
la sonrisa que emiten tus ojos
el amor dentro de tu corazón.
                                                    Déjame ser todo
                      lo que te haga inmensamente feliz
                                                             y tú serás...
                                                  lo mismo para mí.

De  "Letras Vivas 2005"- Paraná, Diciembre de 2005-


sábado, 1 de mayo de 2010

Palabras previas al viaje

Fui ganas desesperantes de un no poder ser.
Acaso, había que padecer la angustia de años de intentos, en los que dos cuerpos y dos almas luchaban por merecer el deseo insustituíble de ser padre y madre.
Llena de suturas, hormonas y experimentos, logré emerger de ese mundo de ensueños que me apresaba.
Comencé a formar un cuerpo, en el que latido a latido, se gestaban nuevas formas con ansias de nacer.
Así, con un llanto inagotable en un frío amanecer, abrí los ojos y llegué a puerto en tierra firme.
Junté experiencias, como ir atravesando un campo tentador, repleto de flores; donde los perfumes me engrandecían y a la vez me daban fuerzas.
A mi paso, pude ver crecer los limoneros más perfectos con grandes frutos lustrosos.
 Pude contar estrellas hasta el infinito y paladear los dulces más simples, que por su simpleza se tornaban pródigos.
Entre mariposas y uvas maduras, escuché historias maravillosas que me invitaban a ingresar a ese otro mundo del que nunca quise escapar.
Hubo tormentas que balancearon mis cimientos haciendo temblar mis paredes y hasta derribar algunos techos. Tuve que fabricarlos nuevamente; pero esta acción me permitió construírlos más robustos en amor.
Un día, me sorprendió la vida gestando nuevas vidas; pulsando muy adentrohermosas melodías de sollozos suaves, gateos y pequeños pasos.
Vidas plenas generan plena vida: dando energías para enfrentar esos aires que pululan por el mundo y buscan aturdirnos.
Me atrapó la noche, nuevamente contando estrellas, pero esta vez estaba sola; aunque escoltada por un séquito de duendes que despabilaban mis sentimientos.
Las mortajas rondaban entre las sombras del jardín, pretenciosas. No pudieron embaucarme. Al menos aún no.

Fui ganas desesperantes de un no poder ser...
                                                           
Hoy...

              Una                  divagando                letras.
                        historia                       entre